De vuelta a mi refugio
lo limpio en cuanto puedo,
todo queda ordenado y aseado
semejante a un salón de colegio
me merezco un digno elogio
tomo madera y acero
y en la entrada cuelgo un letrero:
“clases para analfabetos”,
por lo cual afrontaré muchos retos
porque tener alumnos es lo que espero.
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