Mientras comía me di cuenta
que en el pueblo él era el mayor,
aposté entonces sin temor
a su lado empezar mi afrenta
que de nadie mi cara quede exenta
pues todo el que pasaba
lo conocía y le saludaba
a mí también me reconocían,
desaparecieron las dudas que me agobian
y a los muchachos a mi academia invitaba.
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